
Como militante admito que el folclore relacionado con las elecciones me encanta y me encuentra cada dos años con ganas de participar, ir a los actos, choripanes, marchas, banderas y discursos. Pero cada vez que hay que cerrar una lista los militantes pasamos por un momento de amargura, resignados, como si siempre hubiera sido así, como si nada pudiera cambiar y nos quedamos con esa sensación de que en la lista hay nombres que escuchamos en una inauguración, en un reclamo, en un barrio, en los aniversarios, en la radio. A veces defendiendo un proyecto y otras veces criticándolo. Pero hay nombres que sólo los escuchamos hace 4 años, y hoy están allí, nuevamente, dándole una palmada en el lomo al que sea, al que convenga, y nos preguntamos por qué pasan estas cosas.
La respuesta no es clara pero algún indicio tenemos. Soy consciente de que los principales responsables de esta situación son los dirigentes de cada partido pero los votos los ponemos nosotros, los militantes y los que no lo son, los peronistas y los radicales, los de izquierda y de derecha. Tenemos que proponernos mejorar nuestra crítica política. Tenemos que valorar las gestiones, las obras, las decisiones políticas. Albrieu no sólo cobraba dos sueldos del Estado, sino que hace 4 años es diputado nacional y no asoma las narices por la provincia, eso me avergüenza. Me avergüenza que Verani falte a más de la mitad de las sesiones del Senado y hoy tenga el tupé de pintar postes con su candidatura. Me avergüenza que Gonzalez esté sentado en nuestra legislatura sin haber aclarado su situación por los sobresueldos. La legislatura aprobó por ley la apropiación de tierras que habían sido regaladas por Saiz a sus amigos, mientras Saiz es un potencial candidato a Senador. El legislador Bartorelli sigue ejerciendo como médico siendo esto incompatible con su actividad legislativa. Y la lista es interminable, en la provincia y en cada localidad.
Los candidatos tienen que ser hombres reconocidos por su trabajo y no por su apellido. Se buscan hombres de “buena familia”, con título y que vayan a misa, como si eso garantizara trabajo y honestidad. Basta de funcionarios vagos, son tan perjudiciales como los corruptos, valoremos a quienes se preocupan por la gente y no por la próxima elección. No es necesario que sean “brillantes”, simplemente deben tener ganas de trabajar.
ALBINO GARRONE - JP GODOY
Excelente reflexión compañero!
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